Elsa Elena Gómez Morilla es una excelsa artista plástica de corrientes que ha realizado más de trescientas exposiciones individuales y colectivas en el país y el extranjero.
Desde 1950 a la fecha obtiene numerosos premios y distinciones y sus obras aparecen en revistas, libros, publicaciones de arte y se exhiben en museos, galerías de arte, pinacotecas y colecciones particulares de Argentina, Uruguay, Paraguay, Italia, España, Francia, Alemania, Suiza, Japón, Nueva York, Chicago, Ohio California.
Arte en Corrientes agradece a la Sra. Elsa Gómez Morilla por brindarnos esta nota realizada por Alejandro Uresberoeta.
Publicado por Arte en Corriente el 2021-04-07
Entrevista a Elsa Gómez Morilla
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Elsa Gómez Morilla
Nací en Entre Ríos entre los ríos Paraná y Uruguay, soy litoraleña, tengo toda esa imagen de la naturaleza, me impacta lo natural, mirar el cielo. En casa cuando éramos chicos amábamos la naturaleza, mamá me ayudó a comprender los fenómenos naturales, porque no entendía como se sostenía toda esa inmensidad en el cielo. A la noche buscábamos sentados las constelaciones y creábamos dibujos con las estrellas, creábamos con mi hermano un conjunto de formas y figuras.
Ahí comienza mi mundo visual, después también el verde, la la fuerza de la naturaleza, el crecer de una planta, todo eso para mi es vida, es mi vida. Se parece tanto a mi vida, en que mutamos, en que nos transformamos, yo duermo y al amanecer la naturaleza cambió muchísimo, mutaron las flores, cambió una creció otra, otra cayó, así es la naturaleza.
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Si, mis padres fueron los que me dieron toda la formación que tengo. Mamá con una forma de ser tan lírica, pero a la vez con tanta energía, y papá un hombre tan vital, artístico, amaba la opera y era un gran bromista, tomaba la vida tan positivamente. Tenían una visión maravillosa de la vida y nos las transmitían sin dejar de darnos una educación rígida, adecuada, que nos sirvió para desenvolvernos en la vida. Si realmente los amé.
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Yo creo que desde los primeros movimientos del lápiz, dibujaba con colores. Mamá hacia un dibujo y yo le agregaba el color, lo copiaba al lado, quería mejorarlo, desde muy chica apareció esa manifestación por la forma, la línea y por el color sobre todo.
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Toda mi formación fue en Corrientes, me recibí de profesora en el Instituto Josefina Contte, de lo que estoy orgullosa, con compañeros que hoy son grandes y con profesores excelentes como Marcial Prieto y José Negro. Con este último aprendí mucho, sus enseñanzas eran palabras santas para mí, tenía una manera tan sencilla, simple y profunda de explicar las cosas. Puedo decir que fue un hombre encantador y grandioso. Me enseño a buscar la naturaleza. Nos llevaba a fuera y nos decía:...¡Miren! Observen por ejemplo este tronco muerto y este vivo y píntenlo con sus diferencias.
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También estudié en Buenos Aires con Vicente Forte, su taller era fabuloso. Tenía un sistema de estudio muy sistemático, académico, organizado, con materias especificas. Rodolfo Schenone nos enseñó la tridimensión, en fin aprendí con buenos profesores.
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Es algo natural, todo lo que hago tengo que llenarlo de color, mi vida es color y tiene tantas etapas que no se termina nunca.
En mi primera formación fui una Pintora Tonalista, trabajé el color como lo trabajaban en el Renacimiento, es decir los colores puros y los colores saturándolos para llevarlos a la luz con blanco y a la oscuridad ya no aplicando el negro, sino su complementario, no usábamos el negro porque se destruye el color con el. Entonces es una formación que es académica en cuanto que la estructura, la organización era académica pero incorporando el espíritu impresionista, entonces estudiábamos bajo una cierta estructura clásica pero con la introducción de escuelas nuevas en ciertas áreas.
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Esos cambios no se producen deliberadamente sino naturalmente, son búsquedas, yo trabajo todo el tiempo, si no me metiera todos los días en el taller, tomara colores y los mezclara hasta obtener formas, no tendría esta evolución, no hubiesen salido.
Desde que hice mi primera exposición en 1950, cuando me recibí de profesora y sentí que tenía un título que me otorgaba derecho habiendo adquirido la capacidad suficiente para poder hacerlo, entonces dije: respeto a este público y puedo mostrar lo que hago; y después de un año de trabajo realicé mis primeras exposiciones con gran esfuerzo.
Recuerdo que para pintar iba a lugares inaccesibles, peleando contra mosquitos y jejenes, acompañada de mi mamá con la que acarreábamos herramientas, caballetes, valijas de pinceles, pinturas, aceites; era una aventura!. Recuerdo que pintaba cerca del Seminario, ¡hacia unos paisajes!:barrancas, caminos, lugares recónditos, alejados. Y trasladarse con todo ese equipo era un gran esfuerzo pero después en la obra se percibía la satisfacción de haberlo hecho.
Al pasar el tiempo, hoy paso por un lugar y cuando veo algo que me interesa paro el auto, realizo un boceto de lo que va a ser una obra y le agrego la referencia de los colores al lado.
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Elsa Gómez Morilla
Pintar a la acuarela es para mí como entrar a un templo y alejarse de todo aquello que lo perturbe, entrar con una aceptación y fragilidad sensible, compenetrada, introspectiva. En estas obras los elementos -agua, verdes, el mismo papel- juegan una importancia fundamental: lograr transparencias con un valor muy bajo, muy oscuro, sin cargarlo -eso es llegar a lo máximo dentro de la acuarela-, y poder hacerlo respetando el color sin que este se desvirtúe, que no haya lugares en que el color se malogre a través de, por ejemplo, la superposición; es importante, si existe ésta, tiene que producirse a través de transparencias, de lo contrario no hay que hacerlo, si el color de abajo no está transparente no se puede hacer una transparencia arriba. Como veras la acuarela es un mundo alucinante pero también muy frágil, muy cristalino, muy transparente.
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Es una satisfacción inmensa, enorme, camino por las calles y los alumnos se acuerdan de mí y se detienen. El echo de recordar luego de tanto tiempo lo que les enseñé, a jóvenes que hoy ya son señores y señoras, que sigan recordando una materia que dicté en la secundaria o en los profesorados del Instituto Josefina Contte, es realmente valioso, da gusto lo vivido.
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Elsa Gómez Morilla
Soy una colorista, amo el color, así que soy adepta a la corriente del Impresionismo.
Me encanta el trabajo de Gauguin tan puro, lleno de vivacidad del color, Matisse que con sus diferencias tiene otras búsqueda dentro del mismo color. No puede dejar de admirar a Picasso que en su Guernica mata el color y lo pinta en blanco y negro porque esa obra necesita ser transmitida de esa forma para quitar toda vida y alegría a la representación de la guerra y la destrucción. ¡Si!, como admiro a este hombre que en el siglo XX buscó una tridimensión a través de una bidimensión y busca una multivisión en un plano, es algo maravilloso, lograr la observación de una figura vista de diferentes partes como si la estuviésemos recorriendo al rededor, desde abajo, arriba y a esos puntos de vista los condensa en una sola obra planimétrica como es una pintura.
Lograr esa búsqueda a través del cubismo, primero mas organizado con respecto a la distribución de masas y después llegando a esa multivisión a través del cubismo sintético, cuando empieza a mezclar esos elementos, no cabe duda que él en una elaboración no solo realiza esa búsqueda sino también una composición.
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Elsa Gómez Morilla
Cada obra tiene un transcurso de tiempo. Se trabaja con una relación de espacio tiempo y por lo tanto a la obra la tengo en la mente y luego tengo que trasladar al plano, es decir, allí se produjo un primer traspaso de tiempo, entonces también hay transformación en esos momentos y esas transformaciones se van dando a medida que voy elaborando la obra. Y cuando termine de elaborarla, que no sé cuando es sino que la obra me dice cuando ella está lista, es ahí que dejo de trabajar.
Si continúo corro el riesgo de malograrla. En una acuarela, por ejemplo, puedo destruir la obra porque en otra técnica puedo rehacer, pero en la acuarela no. Todo ese proceso tiene un movimiento, un tiempo, un ir y venir por que al observarla también estas dando el tiempo hoy y el tiempo hoy en esa obra hace que la obra sea actual, es decir, que hoy la mires y la puedas reelaborar según tu necesidad.
Me pasa por ejemplo en las exposiciones, en que según quienes sean los expositores, su estado emocional o la carga emotiva que tenga la obra, la gente vaya interpretando de diferentes formas y vaya viendo cosas que yo no las veo. Eso es rico y valioso porque mis formas si son naturalistas pero son formas abiertas y tienden a explayarse hacia afuera, hacia adentro, lo de adentro hacia afuera, lo de afuera hacia adentro, es un ir y venir del personaje con el paisaje, el paisaje con otros elementos, lo que realizo con el observador. Entonces todo ese mecanismo que se genera en la obra es lo que hace que la obra tenga rigurosa y continuidad y que esa temporalidad se mantenga y exista.
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Elsa Gómez Morilla
Es una etapa en la que intento imbuirme de la mayor fuerza lumínica en la obra. Busco también afianzar nuestro paisaje, veo que lo nuestro se pierde, se disipa a veces, entran corrientes extranjerizantes y lo nuestro está un poco relegado. Entonces quiero mantener firme esa postura de la tierra, lo que esta nos da junto, con el espacio y la atmósfera.
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Elsa Gómez Morilla
Ja! ja!...yo pienso que hay que trabajar hoy, yo vivo, trabajo el hoy, como si el mañana llega rápido y tengo que seguir haciendo cosas en el mañana. No me planteo un futuro lejano.
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Elsa Gómez Morilla
Solamente puedo imaginarme pintando, pintando.
